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Crónica de un Ultramaratón

#BuenDiaCorredoresMañaneros

Isla Mujeres, una isla mítica para mi, considerando que cuando era niño veía un programa televisivo conducido por Ramón Bravo en donde hablaba de toda la fauna que había en la isla y conversaba en ocasiones desde su casa: Villa Sirenia; esta ocasión fue para una aventura de corredor: hacer una prueba de 24 horas sin parar.

Ahorraré la pregunta y tiempo: ¿ Valió la pena? Sí y bastante, pienso regresar definitivamente en 2020.

Hace unos meses mi cuñada me hizo favor de avisarme de esta prueba, ella es bastante asidua a los deportes en Quintana Roo por mis sobrinos que son ciclistas y triatletas; así que con la confianza que le tengo de ojos cerrados para sus sugerencias de eventos en la península, me inscribí.En 2018 ya había rodado las 24 horas en bici de la CDMX, grandiosa experiencia, así que tenía una breve idea de lo que esto sería, sin embargo estuvo más rudo y a la vez más lindo.

Los organizador son atletas, tipos fenomenales y comprometidos : María y Eddy, sobre todo este último quien es el más activo y conocido por este evento, entre varios otros que organiza en la zona de Quintana Roo, acompañados de su familia completa, ese toque especial que los eventos masivos nunca tendrán. Siempre estuvieron brindado fruta, carbohidratos, agua, entre muchas cosas en el avituallamiento.

La preparación

No ahondaré demasiado en este tema dado que es extenso, sin embargo si comparto que incluyeron largas jornadas de carreras de ritmo aeróbico y control de alimentación para tener el suplemento correcto de energía y recuperación. Siempre que hago una prueba nueva y larga, como esta, procuro ir acompañado de alguien de mi confianza que sepa del deporte en cuestión y pueda apoyar con el abastecimiento personal; esta prueba es en mayor proporción mentalmente retadora sin hacer menos el área física, dado lo cual es relevante tener un respaldo de confianza.

Previo a la largada

Mi objetivo era sencillo: correr 100km sin lesionarme en menos de 21 horas; suena simple pero no lo fue; hay que planear y programar alimentación, ritmo, reposos, contingencias, cómo llegar, descansar y recuperarse.

Llegué un viernes a Cancún, medio día antes de la prueba, tiempo suficiente considerando que estoy a dos horas en avión y 30 minutos minutos después en el trasbordador. La primer escala fue con mis familiares, recuperación, cena llena de carbohidratos y proteína, descanso y préstamo de aditamentos locales: casa de campaña, alimentos, impermeables, saco de dormir, silla plegable y otros; el sábado a primera hora cruzar rumbo a Isla Mujeres desde Cancún; desde el viernes llovía y hacía una temperatura de 18 oC, suficientemente frío para que un cancunense use chamarra.

Llegamos a Isla Mujeres y escampó, nos dirigimos al punto de salida, a ordenar nuestras cosas en el lugar de resguardo, dado que se pronosticaban lluvias y vientos no quise montar la casa de campana en la parte exterior, lo más sabio que hicimos fue poner un tapete para dormir en el salón y no montar la casa, considerando que a algunos se les inundó la casa de campaña con el torrencial.

El día previo recogimos la playera del evento en Cancún y escuché una charla del campeón y récord mexicano de distancia Marco A. Zaragoza (quién por cierto es colega de la UNAM, él está terminando su doctorado en la Facultad de Ciencias), conocer a algunos de los demás corredores y algunas indicaciones de la organización, el sábado en el sitio de salida entregaron el dorsal y se hizo la firma de responsivas, llegaron las autoridades locales, el discurso y conteo de salida puntual a las 12 del medio día por 48 participantes, dos no pudieron llegar según me dejó saber Eddy, comenzando la carrera, a los minutos comenzó a lloviznar y a sentirse un poco de viento.

En mi caso que soy lento comparado con los demás corredores (3h 31m es mi mejor marca en maratón después de que llegue al cuarto piso), mi objetivo era mantener un ritmo de 6m45s el km e ir bajando el ritmo hasta 8min el km ó llegar a 6 horas continuas y después descansar, lo que ocurriera primero, cuidando estar siempre en zona aeróbico baja o en zona de regeneración.
Aproximadamente a la hora de competencia, la lluvia se dejó venir fuerte, un palo de agua dirían los panas venezolanos, el viento dejaba correr pero se sentía su fuerza, ya que pegaba de lado, no te ralentizaba de frente o aceleraba detrás; lo relevante es que el circuito de 1.5km del malecón donde se llevó a cabo la carrera se inundó parcialmente, de entrada correr empapado es complicado por los pies que se hidratan de más y se pueden ampollar, agregar a esto el correr sobre charcos lo hace aún más pesado.

Todos los corredores seguíamos a nuestro ritmo planeado, esto lo asumo ya que no vi ni abandonos ni que bajaran ritmos; durante 6 horas la lluvia siguió sin parar y el viento ahora si impactaba, el agua parecía mini proyectil, tuve que usar lentes y visera para menguar lo incómodo del impacto en el rostro.

Escampando

Mi hijo fue mi equipo de apoyo, así que empapado cumplía su deber de llevarme agua, carbohidratos o dátiles cada cierto tiempo conforme planeamos, pero a las dos horas y 45 minutos de iniciada la carrera aproximadamente, hice un receso, llevaba poco más de medio maratón recorrido pero me sentía un poco duro de piernas más no cansado del cuerpo, así que a adecuar planeación, comer sólido, una sopa caliente de los organizadores, que rápidamente se enfriaba por el clima, cambiar playera y calcetines, los pies ya estaban sumamente empapados, aún con calcetas técnicas y zapatillas que drenan normalmente rápido.

Ya cambiado y seco pude descansar un poco, aún con mucho tiempo por delante, Eddy el organizador, nos dejaba saber que Capitanía de Puerto estaba valorando si continuábamos o no dadas las condiciones meteorológicas, al menos los que estábamos en la sala de descanso en ese lapso nos miramos a la cara y deseamos que no se detuviera, sin expresarlo explícitamente, varios veníamos desde lejos a este primer evento en su tipo en México y no teníamos en mente claudicar.

Salí a correr de nuevo, la ropa seca, calcetas y zapatillas, se mantuvieron así por 10 metros… Era tal la cantidad de lluvia que en ese momento de nuevo sentía pesado el correr, lo cual ralentizó mi ritmo, aunado a que el viento por momentos me incidía a perder el equilibrio, te ayudaba cuando lo traías detrás o te hacía más difícil cuando era de frente, en mi caso mi ritmo bajo a 5 km por hora el correr bajo estas condiciones, imagina como lector lo rudo.

En la meta el domingo

Los ultra experimentados corrían muy bien, sin parar prácticamente por unas 11 horas calculo.
Después como a las nueve horas de haber iniciado me detuve de nuevo a comer, descansar una hora y media, tiempo durante el cual aproveché para visitar a los fisioterapeutas que estuvieron presentes desde la tarde del sábado hasta el domingo, fenomenales, un masaje de descarga suave y como nuevo, afortunadamente dejó de llover un momento así que me apure a lograr llegar al menos a 60km antes de las once de la noche, llevaría media hora y regreso la lluvia y el viento, francamente ya me había fastidiado tanta agua, pero no había de otra átomos y a darle.

Logré la meta de los 60km poco antes del corte mental que tenía ya dispuesto en el peor escenario (media noche), sin embargo en entrenos discontinuos había corrido 60km en menos de 7 horas y a más de 2240msnm; superada la meta mental, de regreso a comer bien, atún, pasta, nueces, pasas y agua; me recosté con ropa seca por una hora no podía dormir aproveché para otro leve masaje, pero sobre todo para que se secaran los pies, ni la pasta de óxido de zinc ni la vaselina podían cuidar apropiadamente los pies en esas condiciones y además, estaba rozado de brazos y entrepiernas, la lluvia y fricción hacían un poco rasposo el short.
Ya mi hijo me levantó pasada la media noche dado que ya no llovía, de hecho Eddy dejó saber que Capitanía de Puerto había indicado sólo habría viento, así que aliste muda de playera, calcetas y de nuevo a correr; después de un tramo el sueño me estaba ganando, sentía que me dormía corriendo, un asistente de otro corredor me vio e inmediatamente me ofreció café, me cayó muy bien, gracias a la persona que me dio el apoyo, quien era del equipo de los Racoons de Brawny Macdonel.

A las tres de la madrugada llevaba apenas 76 km, el viento (y la mente) me pasaba factura; ya mi hijo me vio un poco mal y me saco de la ruta para comer y descansar: pasta, atún con verduras, un pan dulce y nueces; a reposar otro poco, pero antes pase al masaje, vieron mi cara y sólo me preguntaron si continuaría corriendo y qué me dolía, les indiqué que sólo la planta de los pies, una fisioterapeuta me revisó e hizo magia, el dolor era como de fascitis plantar, me masajearon donde era necesario e indicó la fisioterapeuta que necesitaba que mis pies se secarán bien, dicho y hecho muda de calcetines, secarse a consciencia con micro toalla, de nuevo pasta de óxido de zinc una vez secos; esta parada me llevo una hora aproximadamente; ya habíamos varios reposando y repostando en la sala, bromas y quejidos, pero nadie abandonaba.

En los reposos varios conversaban de otras experiencias de ultramaratones, de recuperación, otros con primeros auxilio en rozaduras, una que otra uña negra, dolores en rodilla, algunos que corrieron descalzos se hirieron la planta, cabe mencionar que la Cruz Roja estuvo presente y apoyando, hasta donde se, hubo saldo blanco.

Los corredores de la primer edición 24 horas non stop Isla Mujeres

De las cinco a las nueve de la mañana ya no llovió nada, ni viento de consideración; pude lograr esos 24 km que me faltaban, francamente iba contando y viendo el reloj, de cuerpo no estaba cansado, pero de piernas sí; hice pasito tun tun, corría la ida y caminaba la vuelta del circuito, los últimos tres km los trote muy a gusto, de hecho me correspondió que Eddy voceara mi nombre al cumplir la meta de 100.5km, me sentí tan bien que todavía corrí dos vueltas más y algunos metros, tenía aún casi tres horas y 45 minutos de tiempo extra, sin embargo había que seguir el plan y tocaba descanso y comida, aproveché para pedir ahora si un café de una tienda que se ha hecho más famosa por que un político mexicano que de madrugada ahí compra el suyo (a esa hora el único lugar que sabía tendría café lleno de azúcar y pseudoleche); propiamente desayuné pasta, proteína en barra, uvas pasas y nueces, un sal de uvas, de postre el café y un pan dulce.
Pase con los fisioterapeutas, me dieron otro masaje y listo, un baño vaquero y a descansar un rato, mi meta la había logrado junto con mi coequipero.
Estuve tentado a regresar a correr quizás hubiera hecho unos 15km más, no quise arriesgarme de más y unicamente salí a apoyar a los demás corredores un par de horas, ahora ya con sol.

Terminé sin lesiones mayores, si ampollado en dedos por las arrugas del
calcetín y zapatillas, normal considerando la cantidad lluvia y lo húmedo de los pies, sin uñas negras ni dolor en rodillas. No tomé geles, ni una pastilla para desinflamar o el dolor, algunos compañeros corredores tomaron ketarolaco (para el dolor), esta ocasión para mi fue sin tomar aditivos mayores a las pastillas de sal y comida “normal”.

El registro del Fenix (ojo tenía hora del Centro)

Curiosamente cuando terminé, no me sentía ya cansado, quizás muchos de ustedes, mis tres lectores runners, ya conocen esa sensación de llegar a la meta y no sentirte agotado (en ese momento de adrenalina y felicidad); espere la premiación, recoger mi medalla, ordenar mis cosas y caminar de regreso al transbordador de Ultramar® rumbo a Cancún, a las 13:40 ya estaba en la casa de mis familiares comiendo unas deliciosas carnitas estilo Michoacán (aunque en Cancún le dicen estilo CDMX). Ya en la noche si dormí como tronco, seco en una rica cama y habiéndome duchado completamente.

Recibiendo la medalla de finalista

Si te gustan los retos de correr, este es un ultra maratón “no tan difícil” (comparado con uno de campo traviesa) en el desnivel, con un bello escenario, muy cuidado por los organizadores que son corredores, buena camaradería y gran experiencia, aprendí que aún estoy muy novato en esto de las carreras, conocí y conversé con al menos 20 ultras buenísimos, quienes tranquilos lograron más de 120km en esta prueba y como si nada les hubiera ocurrido, grandes personas todos, algunos más dicharacheros, pero todos siempre animando.

Al menos ya logré 104km en una competencia, sin lesiones y todavía regresé caminando. El próximo año seguro iré con varios de mis compañeros del DSAteam, de la UNAM y otros más, te invito a que visites y realices este reto.

Así los encabezados en los diarios

Esta prueba fue en memoria de un amigo español de Gines, entrañable en pocos días, Ramón León compañero de El Camino, rociero por convicción, ¡Ultreia Ramón!

Fueron 103.98km (100km + 1km de 2015 a 2018, tú comprendes Ramón porque quedo en .98 ese último km, tú lo entenderías) para empezar algo hay que dejar de hablar y comenzar a hacerlo

¿Cuántos kilómetros corriste hoy?

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