A un año de la pandemia

Cuemanco

La vida ha cambiado para muchos de nosotros, particularmente desde el 11 de marzo de 2020, fecha en que la Organización Mundial de la Salud declaró la pandemia por COVID-19 y se reconoció en México, sin entrar en mayo detalle al flébil desempeño del Gobierno de México.

El fúnebre estado que se vive es cada vez más dramático y acallado por los medios electrónicos, aquellos que tenemos familiares médicos comprendemos que los números oficiales de la pandemia en México sean posiblemente un tercio de los reales.

Varios amigos cercanos, colegas profesores, conocidos han fallecido, a diciembre de 2020 llevaba una cuenta de los decesos que en primero y segundo grado me vinculaban, decidí dejarla de lado cuando queridísimos colegas de la academia fenecieron y engrosaron dramáticamente dicha lista (hoy día van más de 28 personas en primer grado).

La vida continua de manera diferente, esta crisis nos constriñe a mudar de aires, replantear lo que hacemos y el cómo lo elaboramos ¿hacia dónde debemos ir desde aquí?

Las mal llamada “nueva normalidad” ha forzado diversas medidas de salud pública al restringir las interacciones entre las personas (distanciamiento social, cierre de escuelas, gimnasios, restaurantes y eventos masivos), a trabajar desde casa que por una parte facilita ciertas actividades, pero en otra, puede que exista una falsa observancia de algunos empleadores o superiores a respetar el derecho a desconectarse.

La contrariedad que se viene de salud mental es importante para México, quien desde finales de 2018 está en plena chifladura, corrupción rampante y desabasto en lo que a salud pública se refiere. Éste será un tema mayor para la población, las fracturas sociales se incrementarán, la ira, la ansiedad y la pérdida de esperanza están dirigiendo las diversas decisiones políticas, misérrimas casi todas.

En mi área de investigación, la de administración de conocimiento y analíticos, el pretender regresar hacia una economía del conocimiento que concentre los trabajos y las empresas más productivas en las grandes ciudades, se ha terminado, el nuevo mercado emergente ha dejado atrás esa economía.

Los trabajos netamente verticales serán cada vez menos productivos, salvo en el tradicional vasallaje de trabajo en gobierno, dónde la capacidad no es lo que dirige algunas áreas, al menos en México.

La paupérrima respuesta del gobierno mexicano para sus ciudadanos ha incidido en la enorme perdida de trabajo, con una nula asistencia para las empresas, con un terrorismo fiscal cuyas recaudaciones no se ven aplicadas en bien de la sociedad, ni en salud, ni en seguridad, ni en educación, ni en otras áreas sustantivas, dilapidado en las frustraciones sociales del rey desnudo a cargo del Palacio Nacional.

Para una persona promedio, el contar con un salario y un trabajo decente tiene una variedad de beneficios psicológicos, como el sentido de la rutina y la interacción social evita que caiga en depresión, ansiedad o problemas mayores.

La denominada economía del paraguas, que en mis clases de la licenciatura desde hace más de 12 años vengo comentando, hoy está más presente que nunca.

El acceso a Internet, el cual es un derecho universal que conlleva a que no se puede dejar sólo en manos de la iniciativa privada a este servicio, sin embargo, con un nefasto gobierno como el del México de hoy, es cada vez mayor la brecha digital y se amplia como la riqueza mal habida de la familia lopezobrador.

Los tres niveles de gobierno: federal, estatal e incluso municipal deben encontrar formas para garantizar que todos tengan un acceso de banda ancha, o que el acceso a Internet esté subsidiado o se brinde gratuitamente a los hogares que no pueden pagarlo, no obstante, si ni la energía eléctrica ni caminos decentes pueden brindar ¡Entonces nada qué esperar!

La exclusión digital es la nueva forma de penuria social, empeorada por la falta de trabajo, desigualdad, pobreza, y a medida que el mundo se vuelve “más inteligente”, la brecha digital  se ensancha.

A un año de la pandemia, ¿qué te ha dado la vida?, ¿qué te ha quitado?, ¿qué le has dado a la vida?, ¿qué le has quitado? ¿Aprendiste a soltar? ¿Eres feliz o sólo sobrevives?

Hoy nos aplica el clásico dicho: el mundo no es lo que solía ser, ni volverá a ser como antes; cada vez más el clavo que sobresalga recibirá un martillazo mayor, mejor aparentemos ser idiotas, delante de los catetos que aparentan ser inteligentes.

El pueblo de México, como en cada crisis desde el temblor de 1985, saldrá adelante habiendo pagado un precio y división enorme al interior de la sociedad, los buenos somos más, pero los resentidos sociales son más constantes, no dejemos al país en manos de un felón y sus pérfidas hordas.

“The brick walls are there for a reason. The brick walls are not there to keep us out. The brick walls are there to give us a chance to show how badly we want something. Because the brick walls are there to stop the people who don’t want it badly enough. They’re there to stop the other people.” Randy Pausch.
Para mis alumnos de licenciatura de la UNAM
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Just another guy in earth. Minds must be open to perform!